miércoles, 14 de octubre de 2009

La ilustración o el reinvento del mito, 4ª parte

Horkheimer y Adorno van más allá: la humanidad no sólo no ha avanzado hacia la libertad —punto que se alcanza con la plenitud de la ilustración—, sino que ha retrocedido. El fin de la ilustración no es la negación de la misma por un estadio superior, es su propia autoliquidación. El mito que permanece —o mejor aún, se reinventa—, denuncia que el principal objetivo de la ilustración —el dominio objetivo de la naturaleza— no se ha alcanzado, prueba de ello es el desequilibrio ecológico de nuestro planeta y el exterminio de especies animales y vegetales. ¿A qué se debe que no se alcance el objetivo? Ellos proponen dos tesis complementarias: el mito es ya ilustración; la ilustración recae en mitología.

El objetivo primordial de la razón es dominar la naturaleza, que ella esté al servicio de la humanidad. Para ello era necesario que el hombre se liberara del temor a lo desconocido, el que había sido explicado a través de los mitos. Pero el mito mismo es un inicio de ilustración —el mito es ya Ilustración— y, aunque no ofrece explicación científica, es un principio de dominio. La ilustración desconoce lo desconocido, busca encontrar el por qué de los fenómenos, sus causas últimas. Con base en este principio se inicia el proceso de desmitologización y de deificación de la razón. Juan José Sánchez, en su introducción a la obra Dialéctica de la Ilustración, de Horkheimer y Adorno, afirma: "El proceso de Ilustración (…) se revela como un proceso de progresiva racionalización, abstracción y reducción de la entera realidad al sujeto bajo el signo del dominio, del poder". Esto significa que un proceso que pretende ser liberador es, en el fondo y desde su inicio, un proceso de dominación que se ha desarrollado como tal.

La ilustración ha nacido bajo el signo del dominio, el proceso de civilización acaba no sólo con el mito sino con todo lo que trascienda al hecho en sí: es el fin de la mitología y la metafísica. El fin de la trascendencia implica que no puede haber búsqueda de ningún tipo de verdad metafísica, el conocimiento es para ser dominado y deberá ser útil de alguna manera. No hay búsqueda del sentido del conocimiento, hay búsqueda del conocimiento sin más. Es un conocimiento que sirve para satisfacer las necesidades —reales y creadas— de los seres humanos. Primero investigamos y luego nos preguntamos para qué puede servir. Y si no hay alguna aplicación práctica inmediata se crea la necesidad para consumir lo que se ha inventado. Esta pérdida del sentido del saber conduce a que la humanidad es coaccionada para que consuma las últimas novedades del avance tecnológico. La humanidad es víctima de la ilustración, vuelve a la mitología —la Ilustración recae en mitología—, y es presa de aquello que esperaba que lo liberara. La ilustración, entonces, no se contrapone al mito: lo reinventa.

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